Nuestro Secretario General, José Luis Alperi, en el siguiente artículo desgrana la necesidad de un Pacto de Estado por la Energía.
Mi primera mención, como no puede ser de otra manera, es un recuerdo para los familiares y amigos de las victimas del COVID-19; y un llamamiento a la prudencia y a la observancia de las normas sanitarias ante esta pandemia que nos asola, y que marcará, sin duda, un antes y un después en todos los órdenes de nuestras vidas. La situación es dura, dramática, pero no nos queda otra que seguir adelante y ayudar a construir.
Y en esta situación crucial, cuando me refiero a que es el momento de un Pacto de Estado por la Energía, lo hago sabiendo, y entendiendo perfectamente, que hay que dar salidas puntuales a problemas inmediatos y urgentes que llevan tiempo sin resolver, y poner en marcha de una vez el estatuto de industrias electrointensivas, dotar económicamente de mayor cuantía las compensaciones por emisiones de CO2, bajar a la realidad la reserva estratégica de la que ahora se habla, así como otra serie de medidas de ayuda a la industria, que son necesarias y serán bienvenidas, pero que no dejan de ser parches, cuidados paliativos, a mi entender, y que no solucionan los problemas de fondo que sufre nuestro sector industrial.
Se necesita actuar con arrojo, valentía y audacia para solucionar los problemas inmediatos como es la perdida de cobertura que tendrán los trabajadores del sector minero el próximo enero si no se cumplen los acuerdos firmados, o evitar los despidos que están ocurriendo en las empresas auxiliares de las centrales térmicas en proceso de cierre. Aprovechar las oportunidades que se nos presentan para definir el escenario industrial y energético a medio plazo, y tener el suficiente pragmatismo necesario para mantener lo que funciona. Una disrupción realista que nos permita idear una Asturias industrial y energéticamente diferente.
Desde el SOMA-FITAG-UGT siempre hemos revindicado un Pacto de Estado por la Energía, moderno, riguroso, flexible, de medio y largo plazo. Un Pacto de Estado por la Energía con seguridad jurídica, que dote de estabilidad al sector, de tal suerte que contribuya a ganar en productividad, competitividad (tanto industrial como social), viabilidad empresarial, y, por tanto, generar empleo estable y de calidad; sin renunciar a que HUNOSA se transforme en una empresa energética pública, que ayude a contener los excesos del mercado, y que aporte a ese paupérrimo 5% que apenas genera la propiedad pública en España.
Pero también, en un sentido mucho más amplio del que puedan sugerir estas palabras, me refiero a la necesidad de pasar de las palabras a los hechos, de cumplir con los acuerdos pactados como el Acuerdo de la Minería, o el Acuerdo sobre las Centrales Térmicas, hechos que contribuyan a vencer el escepticismo que ahora se adueña de los territorios golpeados por la descarbonización, donde se necesita implementar, de manera inmediata, medidas comprometidas por el Gobierno de España.
Un Pacto de Estado por la Energía donde tendría cabida el aprovechamiento de todas las herramientas a nuestro alcance, para transformarnos en una Asturias industrial y energéticamente diferente; la necesidad de ser proactivos y competir con proyectos pioneros, diferenciados; de aprovechar, sin distracciones nuestro enrome potencial en sectores emergentes, y, sobre todo, ser resolutivos. Hoy ya no es el pez grande el que se come al pequeño, sino que es el pez rápido quien se come al lento.
Un Pacto de Estado por la Energía que debería permitir, de una vez por todas, la puesta en marcha de la regasificadora de El Musel, infraestructura indispensable para el desarrollo de Asturias, y que facilitaría el desarrollo de un vector de crecimiento como es el hidrógeno, que podría convertir a Asturias en uno de los principales exportadores hacia Europa.
Un Pacto de Estado por la Energía que tiene que abordar y discutir la actualización de la ley del sector eléctrico, debido, entre otras cuestiones, a la más que previsible incorporación de las tecnologías de almacenamiento energético al sistema, el avance en la gestión inteligente de las redes eléctricas, o la necesidad de debatir, sin apriorismos, sobre la posibilidad de aplicar un IVA superreducido a la energía.
Un Pacto de Estado por la Energía que no puede obviar las grandes posibilidades en la innovación y fabricación industrial de componentes y bienes de equipo relacionados con la industria eólica, eólica marina, termosolar, o geotérmica; e incluso baterías y productos químicos relacionados; y que, además, proteja a estas industrias mediante un mecanismo de ajuste en frontera que asegure la competitividad de nuestro tejido industrial evitando distorsiones en el precio de las importaciones en la Unión Europea, en un momento que podemos cifrar en cerca del 250% los márgenes de dumping para algunos fabricantes solares chinos, que provocó que cientos de fabricantes de paneles solares europeos fueran expulsados del mercado.
Si realmente se pretende reforzar el uso y la instalación de una variedad de tecnologías de energía verde en España, se debe apoyar sin ambigüedades la fabricación nacional de cualquier tecnología renovable, y este es un matiz que se está pasado por alto en un momento que la política de energías renovables está viva en toda Europa, y es más necesario que nunca, como decía, un apoyo decidido y protección para la fabricación de tecnologías renovables nacionales.
Un Pacto de Estado por la Energía que traslade nuestra voz en Europa de una forma solvente. No podemos permitir que la política energética europea lance señales equívocas, mirando para otro lado cuando Alemania abre centrales térmicas de carbón, o con la permisividad en los incumplimientos de plazos y objetivos de las políticas energéticas de la UE, como en el caso de Polonia.
Si la transición energética es una agenda global para las economías industrializadas, si va a ser un potente motor para el desarrollo económico y la creación de empleo, y el cambio afectará a casi 1.500 millones de trabajadores en todo el mundo, las señales deben ser claras y debe regirse por las mismas reglas del juego para todos, porque si no, ¿de qué sirve a España haber hecho los deberes y cumplir las exigencias mejor que nadie? Si ese cumplimiento no se traduce en discriminación positiva, para nuestros trabajadores, para nuestros territorios y sus habitantes, estaremos contribuyendo al aumento del escepticismo y la disminución de la paciencia que ha habido hasta este momento y, lo más importante de todo, no estaremos actuando con justicia social, que es un factor clave en el proceso de construcción de la Unión Europea.
En definitiva, es el momento de un Pacto de Estado por la Energía que nos permita pasar de las palabras a los hechos, cumplir con los acuerdos firmados, contribuir a la recuperación de Asturias valorizando el binomio industria-energía. Una recuperación que debe ser labor de todos y todas. La unión y el diálogo social son nuestras fortalezas, y que debe apoyarse en los fondos de transición y reactivación que, bien empleados, son, sin duda, el futuro industrial de Asturias. Como sociedad, estamos ante unos de los desafíos más importantes de los últimos años, y no podemos fallar, pero si existe voluntad política, los retos son superables.
P.D.: El trabajo no puede costar vidas.
José Luis Alperi Jove
Secretario General SOMA-FITAG-UGT